Al igual que pasa con el consumo de lácteos hay mucho desconocimiento en lo que se esconde detrás del consumo de huevos y del funcionamiento de las explotaciones avícolas. Contrariamente a la opinión generalizada, el consumo de huevos, tiene como consecuencia una vida de esclavitud para las gallinas ponedoras, condenadas a una vida de dolor y a una muerte prematura, con una media de vida de 2 años, lo que dura su vida productiva en la explotación avícola. Tanto el vegetarianismo no ovo-lácteo como el veganismo debe excluir el consumo de dichos productos.
¿Cómo funciona una granja de gallinas ponedoras?
Las gallinas ponedoras del siglo XXI son esclavas. En las granjas intensivas de puesta de huevos estas gallinas son hacinadas, mutiladas y medicadas para que produzcan el máximo. La vida de una gallina esta a salvo sólo por su índice de productividad.
Las gallinas ponedoras han sido seleccionadas genéticamente para que sean lo más productivas posible para la industria, llegando a poner casi 1 huevo al día, dando así unos 300 huevos al año, frente a las gallinas ecológicas que viven en condiciones más dignas, libres, alimentadas con piensos naturales y en contacto con la naturaleza, pueden producir entre 120 y 170 huevos al año, cuando lo natural de las gallinas salvaje sería puestas de entre 12 y 15 huevos al año,
La gran mayoría de las gallinas del planeta viven enjauladas, en espacios súper reducidos y sufren la amputación del pico (picaje) para evitar el canibalismo y agresiones entre ellas, debido al estrés que sufren al verse afinadas toda su vida, privadas de total libertad.
El granjero impide el desarrollo natural del huevo que, en el caso de que estuviera fecundado, daría un pollito a los 21 días de incubación. No obstante, incluso en el caso de las gallinas ecológicas la puesta es anti-natural, provocándoles enfermedades y una muerte prematura.
La puesta masiva de huevos mata a las gallinas.
La puesta masiva de huevos de una gallina ponedora en una explotación avícola hace que las gallinas retengan sus propios huevos en el útero, ya que la puesta intensiva hace que la gallina sufra descalcificación en los huesos, lo cual las debilita de manera progresiva e impide que puedan expulsarlos de manera natural, provocándoles además infecciones y otras enfermedades relacionadas, como el prolapso rectal.
Las gallinas que viven en libertad se alimentan de sus propios huevos, obteniendo el calcio que necesitan de los mismos, así como otros nutrientes esenciales para su buena alimentación y salud.
Para poder alargar la vida de las gallinas y que puedan tener una vida digna, tendríamos que esterilizarlas, para evitar la puesta de huevos y así evitar su muerte.
¿Qué huevos son los que «se pueden» comer?
Las nuevas normas de la Unión Europea de etiquetado de huevos permiten distinguir con claridad la forma de cría de los animales y su procedencia, lo que se llama trazabilidad. El código numérico impreso en cada uno de los huevos distingue los distintos tipos de producción, pudiendo hacer así un consumo más responsable si en tu alimentación decides incorporar el consumo de huevos.
Hay 4 tipos de producción de huevos:
«0» de producción ecológica, las que comúnmente llamamos «gallinas felices»
«1» las gallinas que viven libres.
«2» las que tocan suelo en algún momento del día.
«3» las gallinas que vienen enjauladas y hacinadas.
Tras la numeración del tipo aparece a continuación las siglas del estado de la Unión Europea donde se ha puesto y ocho cifras más para identificar la provincia, el municipio y la granja.
¿Qué pasa con los pollitos macho que no son ponedores?
Cuando un pollito eclosiona del huevo es seleccionado en función de su sexo, que le condenará a llevar una vida de esclavitud o a una muerte prematura segura.
Pollitos hembra: si el pollito es hembra pasará a la producción de huevos de manera masiva.
Pollitos macho: si el pollito es macho se le arrojará a una maquina trituradora y su cuerpo servirá para hacer pienso para otros animales, acabará en restaurantes de comida rápida o terminará en un contenedor, donde si no muere de asfixia acabará pintado de colores para venderse en mercadillos a manos de niños que no son conscientes de estos crueles procesos de explotación animal.
La mayoría de las personas aún no se han cuestionado el hecho mismo de la explotación animal, del periodo de esclavitud animal que estamos propiciando. Debemos rechazar el especismo, que es la discriminación que sufren los demás animales simplemente porque pertenecen a otra especie, como pasó en su día con las distintas razas y los distintos sexos.
Los animales son víctimas de nuestro consumo. Si cada uno de nosotros al menos moderase su consumo lograríamos menos sufrimiento y muertes y fomentaríamos poco a poco el respeto que todo animal se merece aboliendo la explotación animal. Ⓥ