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Blog / Conciencia vegana

Por qué los veganos no tomamos lácteos.

Por qué los veganos no tomamos lácteos.

De entrada, mucha gente no entiende las razones por las que alguien que no come animales tampoco coma derivados de éstos, ya que no se trata de cuerpos muertos, pero la realidad es que tras los lácteos (leche, queso, yogur, mantequilla y su derivados) hay una historia cruel de explotación animal. Lo mismo ocurre con los huevos de gallinas, que ocultan una realidad tortuosa que desencadena una vida de abusos y hacinamiento con la muerte prematura de estas especies.

Qué hay detrás del consumo de lácteos.

La leche de vaca, o de cabra, es apta para las necesidades nutricionales de los terneros, pero no para las necesidades nutricionales de los humanos. La leche de vaca contiene el triple de proteínas (caseína) que la leche materna humana, y casi un 50% más de grasa. Un ternero se desarrolla mucho más rápido que un bebé humano, además de que cuenta con cuatro estómagos, lo cual facilita la digestión de la leche de su madre, no así en el caso de los humanos, ya que la toma de leche de vaca es indigesta para nuestro organismo. Después de los 4 años de edad, la mayor parte de la gente se vuelve intolerante a la lactosa, produciendo gases, diarreas y cólicos. Eso sin hablar de que el consumo de lácteos se relaciona con enfermedades graves, como el cáncer de mama y quistes ováricos en la mujer, así como cálculos renales, asma y otras alergias. Su consumo aumenta los niveles en sangre de IGF-1, un factor de crecimiento que se asocia con el crecimiento de las células cancerosas.

Aparte de estas cuestiones que afectan directamente a nuestra salud hay un mundo de explotación animal dentro de las ganaderías industriales que hace que moralmente un vegano rechace radicalmente el consumo de lácteos. El veganismo va más allá de una dieta, es una filosofía de respeto profundo hacia el mundo animal y por tanto defendemos abiertamente el respeto hacia los animales, rechazando el especismo y todo este mundo industrializado de abuso hacia ellos.

¿Qué les pasa a las vacas lecheras en las granjas de explotación?

Las vacas lecheras, hembras mamíferas, son seleccionadas genéticamente para que puedan producir leche en gran cantidad. En la gran mayoría de las explotaciones ganaderas estas vacas sufren afinamiento, no gozan de libertad de movimiento y viven encerradas, condenadas en su cubículo, ancladas a las máquinas de ordeño provocándoles descargas y heridas de gravedad en las mamas y sufriendo una vida de horror.

Todas las hembras, para poder producir leche, primero tienen que convertirse en madres. Estas vacas son inseminadas una y otra vez artificialmente y la leche que sus senos producen, con cada uno de sus embarazos, debería ir destinada a la alimentación de sus pequeños, pero la realidad es que estas vacas se pasan toda su vida preñadas, pariendo y siendo apartadas cruelmente de sus terneros, para que esa leche que sería para alimentar a sus bebés pueda ser extraída para su comercialización para el consumo humano.

Así es su vida, que se resume en embarazos forzados, privación de libertad, ordeño intensivo y medicación. A estos animales (como a muchos otros) se les suministran fármacos (antibióticos y tranquilizantes en su mayoría), ya que sufren graves heridas físicas, con alto riesgo de infección, debido a la extracción indiscriminada de su leche y sufren traumas psicológicos, debido a la separación de sus crías nada más nacer, para que así puedan producir la mayor cantidad de leche en los 10 meses que dura la lactancia.

Tras 60 días, la vaca será otra vez fecundada. Durante aproximadamente siete meses (de los nueve que dura su embarazo) a la vaca le seguirán ordeñando la leche destinada para su ternero anterior. Una vaca lechera industrial parirá tres o cuatro veces en su corta vida. Las vacas lecheras víctimas de la explotación intensiva tan sólo viven de 5 a 6 años, cuando su vida sin explotación, en libertad, podría alcanzar una duración de 20 años. Una vez que la vaca ya no es joven y, como consecuencia, baja su producción de leche ésta deja de ser rentable y son enviadas al matadero, para transformar sus pobres cuerpos torturados y agotados en las hamburguesas y salchichas de comida rápida.

¿Qué pasa con los terneros?

Quizá el mayor dolor sufrido por las vacas lecheras en la industria láctea sea la pérdida repetida de sus crías. Los terneros son separados de sus madres en menos de 24 horas de su nacimiento y vendidos en ferias, ya sea para ser usados en la conocida industria del ternero o por los productores de carne. Si se mata al ternero cuando es joven para su consumo en restaurantes, su cuarto estómago es también utilizado para la elaboración de queso, ya que contiene renina, una enzima utilizada para cuajar leche con el fin de convertirla en queso.

Algo parecido les ocurre a los machos adultos, son utilizados para consumo en restaurantes, para despiece para consumo doméstico y para prendas de vestir, donde se utilizará su piel para la fabricación de cuero y pieles.

La publicidad de la industria lechera nos enseña una cara amable del consumo de lácteos que lejos tiene que ver con la realidad. El marketing nos vende una idea equivocada de los beneficios nutricionales de la leche y nos muestra vacas pastando en paraísos vegetales, pero abramos los ojos y no neguemos la realidad. Estos animales sufren vidas de horror, hacinadas y torturadas. Ⓥ

 

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